Este era un mi cuate que llevó a escondidas a su traida a un Motel, de esos que hay alli por la calzada Rusvel. Y sin perdida de tiempo se ensaguanaron pues. Resulta que despues de la calurosa jornada deportiva, al querer salir del sagrado templpo del placer, el carro no arrancó. Entonces mi cuate echó a la trayda en un taxi, y él se quedó y llamó a su papa. Llego el don. Despues entre los dos papa e hijo empujaron el carro, uno dirigiendo el timon y el otro empujando, y cuando iban saliendo del motel, los patojos chingones de afuera que estaban echandose una chamusca, en coro les chiflaban y les gritaban, Hueecos, Hueecos, hue…..
Ja, ja, jaaaaa
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